martes, 21 de febrero de 2012

La inmediatez de Twitter es el asesino del rigor

Las redes sociales son un gran avance en lo que a comunicación se refiere, pero también arrastran unos vicios que las pueden convertir en simples instrumentos de propaganda. Con motivo de la carga policial contra los estudiantes en Valencia, Twitter era ayer un hervidero. Ví un enjambre de proclamas en contra de la actuación policial y en solidaridad con los manifestantes, denunciando el tratamiento dado en los medios de La Caverna como Intereconomía. Todo partió de esta imagen de la galería de fotografías que publicó en su web.

Tratándose de Intereconomía no hacía falta un esfuerzo masivo para percibir el tufo del pie de foto. Un hombre, en el marco de la manifestación estudiantil, agrediendo a un policía con una porra. Ahí es nada. Muchos twiteros lo enlazaban (búsquense los twits del día de ayer con el hashtag #primaveravalenciana) como ejemplo de bochornosa manipulación cavernaria. Otros afirmaban que no era ninguna porra, sino un bastón, y que el hombre era ciego y víctima de violencia policial.

https://twitter.com/#!/Anonymous_Link/status/171661971819724800

No tenía claro éste último extremo pese a que hubo quien secundó la ocurrencia pero di por buena la interpretación general y retwiteé en tal sentido. Al cabo de un rato, otro internauta enlazaba el vídeo completo en el que se ve el momento preciso de la supuesta agresión.

En el vídeo enlazado se ve cómo el hombre, agresor de policías según Intereconomía, invidente agredido para muchos twiteros de izquierdas, arrebata la porra al agente con el que habla provocando que éste se abalance sobre él. Así que, finalmente, todos mienten: ni hay extremista agresor (hay una brecha entre quitarle la porra a un antidisturbios y usarla para liarte a mamporros con él), ni manifestante agredido (en ese contexto, quitarle a un poli su herramienta de trabajo no es ni de lejos una buena idea) ni, por supuesto, ciego que valga.

¿Qué pasó? La noticia y su rápida condena en minutos corrieron por Twitter como un viral, incluso con su eco en Menéame. Sigo a relativamente pocas personas así que pienso que fue incluso más difundido de lo que yo pude percibir. Creo que se juntaron tres factores:

1) Estamos acostumbrados a que Intereconomía mienta/manipule/tuerza los hechos para presentarlos de la manera más favorable a sus intereses. De tal forma, cuando diga una verdad fruto del rigor y la seriedad profesional, salvo para sus incondicionales, rara vez se le va a reconocer porque lo normal es lo otro. De hecho, la noticia dada por este medio seguía siendo una manipulación ya que no existe la agresión del manifestante hacia el policía. Tan pronto le quita la porra, el agente se apresura de no darle ni tiempo a usarla.

2) Abunda la gente con una preconcepción de las cosas, deseosa de difundir aquello que le gustaría que fuera verdad sin asegurarse primero de que lo es. Personas que simpatizaban con los manifestantes valencian@s y que veían a la policía enviada por la Delegación del Gobierno del PP como la mismísima encarnación del mal. La apariencia de verdad basta cuando de lo que se trata es de llamar a filas. Se está fraguando un nuevo capítulo de la clásica polarización de la sociedad española que promete dar para muchos titulares.

3) La inmediatez de Twitter es el asesino del rigor. No solo queremos dar salida a una noticia o un comentario: queremos hacerlo rápidamente, comprobar como otros twiteros nos citan, visualizarnos a la cabeza de las menciones del día y, quien sabe, convertirnos en trendig topic. No hay tiempo para comprobaciones. Satisfacer el propio ego y hacer piña con el bloque afín son metas que están por delante de la veracidad. A fin de cuentas casi nadie en esta red social es un profesional comprometido con un código deontológico, ni siquiera los periodistas de carrera. ¿Quién nos va a pedir cuentas? El anonimato es, en muchos casos, un parapeto idóneo que impide sufrir las consecuencias de escupir hacia arriba.

Por mi parte lamento haber contribuido a prolongar la confusión. Puede que mi contribución fuese irrelevante, pero a mis ojos ha sido un error que no deseo volver a repetir. No se ustedes pero yo, después de lo de ayer, voy a andarme con mucho ojo con lo que leo en un medio habitado por ciudadanos con el gatillo tan suelto. Si queremos defender la verdad y la ética debemos hacerlo al margen de a quien beneficie o perjudique.

3 comentarios:

  1. Yo también caí en la vorágine; revisando la fotografía sobre el "ciego" (la que me llegó a mí ayer fue esta: http://a1.sphotos.ak.fbcdn.net/hphotos-ak-ash4/405960_296673007062723_100001600786258_783763_1848425920_n.jpg), he comprobado que está recortada por ambos extremos (aquí la completa: http://comunidad.levante-emv.com/servicios/galeriasMultimedia/media/38616/imagenes/1329757608183_fotosagencias_20120220_180003.jpg), de forma que la porra, por la perspectiva, desde luego no parece una porra, sino algo mucho más largo. Eso sí, desconocía que el origen de la fotografía era una respuesta a una noticia de Intereconomía.

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  2. Bravo, Alter.
    Saber reconocer los errores propios es una de las mejores cualidades que se puede tener, por eso es poco abundante.
    Y saber mantenerse ecuánime (o intentarlo, al menos) para ni demonizar injustamente al contrario ni alabar igual de injustamente al amigo, es más dificil si cabe y aún más digno de alabanza.
    En tiempos donde la ética casi ha sido borrada de los diccionarios, saber poner una pizca de la misma al menos es indispensable para mantener esperanzas.

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