jueves, 21 de marzo de 2013

Cuidado con el hijo de puta que vive a nuestro lado

Ayer tuve el día tonto y me dio por pensar. Y pensé en esos hijos de puta que nos rodean, que están ahí, cerca, disfrazados de ciudadanos corrientes y molientes, yendo a trabajar y comprando en las tiendas, muchos de ellos en paro ahora, espero, realizando sus tareas cotidianas igual que cualquier persona normal y llevando sus vidas con la mayor de las naturalidades.

Pero no nos equivoquemos, son unos hijos de puta, y bajo esta fachada aparente de serenidad ocultan una faceta siniestra, inicua y perversa que solo sacan a relucir bajo determinadas condiciones.

¿Qué les distingue como hijos de puta? Algo muy concreto: desean el mal ajeno. O, como poco, son indiferentes ante el sufrimiento del otro. ¿Y cómo se manifiesta esta expresión de vileza y maldad? En los últimos tiempos, de varias maneras. Por ejemplo, regodeándose de cuanta familia se queda sin casa producto de los desahucios por haber vivido "por encima de sus posibilidades"; o bien atacando a los parados que ven su prestación en peligro porque "no tienen ganas de trabajar"; o cargando las tintas sobre los funcionarios a los que les bajan el sueldo porque "son unos vagos que viven de por vida del Estado"; o vituperando a los trabajadores asalariados, a los que les recortan derechos hasta el hambre, por carecer de "espíritu emprendedor" y no establecerse por su cuenta; o dando pie a la reprobación popular de los jubilados por cobrar demasiada pensión, o de los inmigrantes por desangrar el sistema de prestaciones sociales sin cotizar a cambio.


Y lo son porque, cuando el discurso de sus líderes era distinto, esta falange ciudadana hacía expresión de vehemencia entusiasta hacia idénticos entes e individuos. Porque aquellos a los que ahora desean ver hundidos hasta las cejas en el fango eran sus antaño cooperadores necesarios, aunque involuntarios. Cooperadores de cara a que los líderes de dicha falange, ante los  cuales vive rendida y entregada, disfrutaran de un minuto más en la poltrona.

Porque no hace tantos años la casta que ahora les sirve en bandeja de plata la cabeza de funcionarios, parados o asalariados, acompañada de sobrecitos de ketchup para ocultar el regusto a culpa, se jactaba de justo lo contrario. No hará ni quince años cuando los mismos que ahora estimulan el espíritu emprendedor, al tiempo que mantienen a España a la cola del mundo desarrollado en apertura de negocios, presumían de propiciar el empleo asalariado hasta alcanzar cifras históricas. Los mismitos que ahora emplean sin rubor la expresión "por encima de SUS posibilidades" reclamaban la admiración popular porque su gestión permitía que los ciudadanos pudieran pagar entonces los pisos de los que les desahucian hoy. Hablo de esa casta de gobernantes, la que se inhibió ante la llegada masiva de ilegales al calor del negocio inmobiliario que en su momento patrocinó, y que ahora se convierte en martillo del inmigrante.

El estado de cosas actual favorece la proliferación de esta especie particular de hijo de puta, amparado por una clase política que desde el poder consigue, a golpe de propaganda, legitimar conductas que estarían socialmente reprobadas en una sociedad sana y democráticamente avanzada. Sí, la intrínseca afinidad hacia el sistema imperante y los sujetos que mueven sus hilos es una cualidad esencial que adorna a esta especie hijoputil. La incondicionalidad con que se pliegan a sus dictados les hace temibles a la par que ridículos.

Y todo ello es recibido con pasmosa aquiescencia y sin rastro de desafección por parte del hijo de puta, que ve con naturalidad apartar la vista de los dramas humanos que hoy se producen, incluso con una mueca de desprecio y desagrado. Para estos ciudadanos el parado, el pensionista, el inmigrante ilegal o el mendigo no son consecuencias sistémicas: son los problemas que impiden al sistema funcionar debidamente. Por ello hay que darles cera hasta que caigan y, finalmente, desaparezcan.

¿Creen ustedes que exagero al tildar a este tipo de sujetos tan explícita y ofensivamente? Piensen que no estoy insultando a nadie en concreto, aunque a muchos al mismo tiempo. Todo depende del grado de alusión personal que cada uno encuentre al leer este texto. Ya sabe, si hoy usted menosprecia al sufriente, al desafortunado y al carente de privilegios cuando ayer le utilizaba como vehículo para entronizar a sus caudillos particulares, entonces pierda cuidado que no le estaré insultado. Llamándole hijo de puta tan solo le estaré calificando.

8 comentarios:

  1. Lo de 'falange' y 'caudillo' ¿es aposta, no? ;)

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  2. Yo es que es poner 13TV, Intereconomía y LibertadDigitalTV y ver muchos de estos.

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  3. Yo hace poco escuché en la radio a una hija de puta que hace nada rajaba de los inmigrantes decir que los mayores de 55 prefieren cobrar el paro antes que irse del país. La misma hija de puta que coreaba en las manifestaciones por la familia y que ahora no tiene problema en que estos parásitos dejen mujer e hijos para buscarse la vida en otros países.

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  4. paso de largar esto,pura demamogia en el mundo siempre
    estara repleto de anicetos,y lo de españa a mi es q me la trae al fresco,en el futuro ser politico en españa sera profesion de valientes,por q ademas de tener q aguantar a los pelmas guardias al estilo lorenzana aguantar a los anicetos españoles
    en fin desde aqui mi solidaridad a lo q les espera..

    Y al idiota miguelito,pringao yo es q paso completamente de ti
    y no creo q te atrevas acercarte por q te denunciare al acto,
    ten dignidad y pasa de mi
    esto no es una casa de citas

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  5. defender al idiota loco lorenzana JAMAS
    como si le matan..

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  6. Anónimo, ¿seguro que es aquí donde quieres escribir? Porque no se te entiende nada.

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  7. A mi lo que más me jode es comentar alguna desgracia ajena y ver como tuercen la mueca y apuntan con la mirada a otro lado, dando a entender que les importan una mierda el resto de personas.

    La vida es un boomerang, lo que das, recibes multiplicado por 10, con lo cual, el tiempo pondrá a esos HIJOS DE PUTA en su sitio....

    Gracias por escribir! ;)

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  8. Alter, sólo una pega:

    El término "hijo de puta" me parece de los más machista que existen. Soy consciente de que es de lo más agresivo que se puede decir hoy en día, y que tal vez por ello te hayas apoyado en ese término, pero mi sensibilidad no se hubiera visto herida en caso de que hubieras utilizado otro, como: "miserable", "ruin", "vil", "despreciable", "abyecto", "mezquino", etc. Todas son características del propio sujeto y no "heredadas" de la madre. Puede parecer una chorrada, pero el término "hijo de puta" criminaliza a las prostitutas por el simple hecho de tener la desgracia de tener que vender su cuerpo a clientes (miserables, ruines, viles, etc.) para ganarse la vida. Un ejemplo más de criminalización de la víctima, vamos. Igual que esos parados, inmigrantes y consumidores que defiendes con tu texto.
    Un abrazo.

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