lunes, 31 de marzo de 2014

Crónica del concierto de Anneke van Giersbergen en Madrid, sala But, 28 de marzo de 2014

Adquirí la entrada para en concierto de Anneke no sin reservas, ya que su actual dirección musical no es completamente de mi agrado, aunque tampoco me disgusta exponencialmente. Simplemente quienes la entronizamos mientras fue la vocalista de los sensacionales The Gathering, una de las mejores bandas de rock europeas de los últimos veinte años, nos llevamos una pequeña gran decepción cuando abandonó el grupo y sus inquietudes ambient-progresivas para iniciar un acercamiento a la música pop.

Finalmente, mis ganas de asistir a un evento musical y el historial y carisma de la cantante holandesa fueron suficiente acicate para desembolsar los casi treinta euros que pedían por la entrada. Y a fe mía que fueron una buena inversión.

La sala But es un recinto pequeño, una discoteca habilitada como sala de conciertos, aunque con una amplia zona central por la que discurrir más o menos libremente, dado que en ningún momento pareció cubrirse aforo. No había ni un tercio de ocupación cuando a la media hora de la apertura hizo acto de presencia Anna Murphy. Ataviada con unos shorts y unos pantys que distaban mucho de favorecerla, esta vocalista originaria de Suiza era la encargada de calentar el ambiente previo al artista cabeza de cartel.


Yo no la conocía, y pensé que músicos y cantante formaban un grupo, pero la chica ahora inicia carrera en solitario tras una andadura previa con unos tales Eluveitie. Sus raíces musicales mezclan metal y folk, aunque de lo primero apenas me quedó constancia durante el tiempo que dispuso en escena. Me llamó la atención que Anna cargó en varios temas con un extraño instrumento llamado zanfoña, y que le sirve para ahondar en la raíz folk de sus canciones. No es que mis orejas lo apreciaran mucho pero fue la nota de curiosidad de su actuación. Demostró tener buena voz y sus composiciones no me han pasado desapercibidas, así que intentaré hacerme con algún material suyo para hacerme una idea más concreta de qué es lo que puede ofrecer.

Anna Murphy despachó su actuación en unos cuarenta minutos, y menos de treinta después ya teníamos la arrolladora presencia de Anneke van Giersbergen en escena. Aunque, repito, no me satisface del todo su actual patrón musical, verla interpretar sus canciones tan de cerca colmaba cualquier expectativa que pudiera tener de un directo suyo. Así que haber presenciado un concierto tan completo y bien ejecutado fue todo un regalo para quienes llevamos años siguiendo su trayectoria.


Como suele ser habitual, la actuación se centró en su último trabajo, "Drive", del que sonaron hasta siete piezas, aunque el setlist me pareció, en general, bastante bien escogido. Comenzó potente con You will never change a la que siguió la también poderosa Drive. Sonaron un poco saturadas y ello ahogó en demasía la voz de Anneke, algo imperdonable tratándose de esta artista. Pero llegó al rescate Saturnine para relajar algo el ambiente, siendo esta una pieza que le sirve para hacer alarde de sus incuestionables dotes vocales. Interpretar tan pronto un tema de The Gathering terminó de poner a tono al respetable, que ya se mostraba entregado a los encantos de su ídolo.

Porque si una palabra define a Anneke van Giersbergen es clase. Este bellezón de 41 años desborda elegancia y sensualidad a raudales, pero a la vez se la percibe cercana y familiar. Se mostró dicharachera en un inglés fácilmente comprensible para quien tuviera solo nociones, desbordó simpatía bromeando con el público y su profesionalidad y compromiso quedaron fuera de toda duda. Además, aunque lógicamente ella fue el centro de todas las miradas, formó un bloque homogéneo con su banda de acompañamiento, sin que pareciéramos estar ante una solista con una simple formación de apoyo. Otro punto a su favor. Lo dicho, pura clase.

Volviendo al repertorio, a continuación le tocó el turno a My boy, una de las composiciones más comerciales de su penúltimo disco, "Everything is changing", primero que firmó con su nombre completo (los dos anteriores los publicó bajo en sobrenombre Agua de Annique), y le siguió quizá la más progresiva del mismo álbum, 10000 miles away from you. Otro trallazo de "Drive" llamado She fue la que dio paso, quizá demasiado pronto, al set acústico, donde Anneke terminó por meterse en el bolsillo hasta al más escéptico. Sola con su guitarra acústica, Beautiful one, de su debut como Agua de Annique y Circles nos permitieron gozar del privilegio de escuchar su voz desnuda, sin trampa ni cartón. La piel de gallina, oigan.


Inciso: la gente se debe gastar millonadas en móviles que, por lo que vi, hacen fotos chulísimas; no es mi caso, así que me tendrán que disculpar por ilustrar la crónica con material gráfico de tan pésima calidad.

Con My mother said volvió el resto de la banda aunque sin abandonar el intimismo y la delicadeza que siempre han acompañado a la cantante holandesa, aún en su época metalera. Le siguió el segundo tema de la noche obra de The Gathering, Even the spirits are afraid, quizá lo más alejado dentro del repertorio del actual estándar musical de Anneke. Un tema difícil por lo que me sorprendió su inclusión en el setlist pero que todos agradecimos escuchar, y al que le siguió Mental jungle, del último disco, y con las voces del músico armenio Hayko Cepkin pregrabadas. Nunca me acostumbraré al uso de este recurso y siempre lo criticaré (Anna Murphy también recurrió a él, por cierto), como si no fuera posible reproducir unas líneas de texto en boca del corista de turno. O incluso renunciar a ellas si no hay otra, pero usar un playback durante una actuación en vivo está muy feo, hombre.

Después tuvimos la enérgica You want to be free, del disco anterior. Y a la voz de "Are you ready for rock?" Anneke dio paso a Stay y, lo que supuso el clímax del concierto, Strange machines, un clásico indiscutible de The Gathering, cuya parte más veloz fue jaleada con un enjambre de cabezas enardecidas. Fue el broche final previo a los bises.

En su retorno, Anneke nos tenía reservada una pequeña sorpresa: la interpretación junto con su tecladista (que también se encargaba de los coros y que me pareció escuchar que se llamaba Caroline) de un tema de The Gathering a nuestra elección...pero con solo dos opciones para escoger, Broken glass o Leaves. Yo no tenía duda y el resto del público tampoco, así que por atronadora mayoría los bises comenzaron con Leaves, donde la citada tecladista también pudo exhibir su talento al piano sin muralla sonora que lo ocultase. Para terminar Anneke decidió que nos teníamos que ir a casa con las pilas bien cargadas (como si no las tuviéramos ya tras una hora y pico de actuación) y, de nuevo con toda la banda en marcha, se marcó dos de los temas con más gancho de "Drive", We live on y The best is yet to come, el de apertura y el de cierre. Me hubiera gustado que la noche terminara con Feel alive, o que le hubiera hecho un hueco a Amity en el setlist, pero esta no fue la ocasión, aunque tampoco me supuso trauma alguno.

Y así fue todo. Un concierto al que acudía con ciertas reservas superó todas mis expectativas y me dejó un inmejorable sabor de boca. Ver a una artista de la personalidad de Anneke van Giersbergen en vivo fue todo un lujo, y más si sabemos que, en principio, su gira no iba a incluir España. Puede que no hiciera lleno en una sala pequeña, o que solo sea ídolo para un pequeño reducto de fans, pero qué importa cuando tenemos la certeza de su calidad como artista. ¿Lo cambiaríamos por la sobreexposición y el desgaste que sufren las mega estrellas del mainstream? Yo, desde luego, no.

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